Amiga.
La miras y sonríes
con nostalgia al recordar las locuras que cometieron juntas, tu pecho se
aprieta al rememorar esas largas conversaciones, las risas, las peleas, los interminables y diversos debates. Ella se ve feliz. Y no puedes
sentir más que felicidad por ella, sin embargo, el dolor en tu corazón continuó
presente.
Era tu
amiga, y la dejaste ir.
Te necesitaba, y tú le diste la espalda.
Te regañó
por tu conducta, y tú hiciste oídos sordos.
Y a pesar
de pedir disculpas y que ella las aceptara con una sonrisa y sus brazos abiertos,
ambas saben que ya nada volverá a ser como antes. Y no lo fue.
Perdiste
una amistad que a pesar de no ser tan larga como otra caló tu corazón como
ninguna.
Visión alternativa de la realidad
El sol se
alzaba de forma perezosa frente a ellos, las aves comenzaban a canturrear y el
mar azotaba con más fuerza que antes, la brisa salina chocaba contra la pareja
de forma casi imperceptible. Cualquier persona que los viera, hubiese pensado
que la escena era romántica y tierna. Estaba lejos de ser así.
De haber
sido algo romántico, ella se habría girado a verlo y le hubiese sonreído con
sus ojos rebosantes de amor, él le hubiese devuelto aquella sonrisa. En cambio, ella
se giró y le suplicó que lo soltara, él rió y luego negó, tensando su agarre,
causándole daño. Luego, ella habría permitido que él apartara el
mechón de cabello que se interponía en su visión, él habría comentado lo suave
que era. Ella
soltó un grito ahogado, retrocediendo con torpeza, temblando aterrada por la
mano alzada y por la brusca amenaza que había salido de los labios del chico. Ella
hubiese suspirado, satisfecha ante tal halago, después hubiese mirado el mar
con sus mejillas rojas y su respiración agitada por la felicidad y amor que
sentía, y comentaría de forma descuidada lo hermoso que era el paisaje. Y él
jamás hubiese apartado la vista de ella, susurrando que definitivamente era muy
hermoso. En
realidad, ella se giró, llorando, cerrando sus ojos y suplicando a Dios que le
ayudara, sus sollozos habían estremecido su cuerpo, causando enojo en él, quien
masculló una grosería antes de cubrir su boca, ahogando cualquier sonido.
De ser una
escena romántica, él la habría besado antes de que el sol naciera por completo,
ella lo habría permitido, con suspiros de la más pura felicidad que causaba esa
enorme mezcla de sentimientos que causa estar enamorada. La verdad es que antes de que el sol se
levantara y mirara ese rincón del planeta, él la estrechó entre sus brazos,
quitándole la respiración con un abrasivo beso, con sus manos en su cuello, con
sus ojos llenos de anhelante felicidad al ver que la respiración de ella
lentamente se iba volviendo difícil.
Él cree que
la gente solo quiere ver lo que le conviene. Y nadie quería presenciar un asesinato.
Es por eso que es mejor creer que aquello fue solo una romántica escena. Por
eso nadie notó aquel momento y creyó que salía de lo cotidiano. Él la amaba, de
verdad lo hacía, por esa razón no vio otra opción que sacarla de este mundo y
dejarla en libertad.
Hola, querid@s, la verdad estoy un poquito decepcionada por la falta de seguidores, pero supongo que con el tiempo se vayan uniendo más personas.
Hace poquito escribí esto, y creí que era interesante subirlo.
Me encantaría recibir opiniones y/o sugerencias.
Gracias de antemano.
Ella
~*~
Ella
~*~
Ves como la besa con sus ojos fijos en ti y por un instante después de limpiar el recuerdo de
sus labios contra los tuyos deseas
plantarte frente a él y burlarte por intentar sacarte celos de esa forma tan
infantil pero es cuando recuerdas que tú haces exactamente lo mismo. Cuando
sus manos se deslizan bajo la falda de esa putaobre chica, inspiras
profundamente y te levantas sonriendo con tranquilidad ignorando las miradas y
cuchicheos que se expandieron ante ese insignificante movimiento y le indicas a
tus amigos que irías al baño, ellos asienten medios aturdidos por tu repentina
salida, pero no te molestas en dar explicaciones. Lo único que te mueve es la mirada
de Él.
No odias a
la chica ‘de turno’, de hecho sientes un poco bastante de lastima,
y sabes que el sentimiento no es mutuo. La chica simplemente desea tu muerte. Empujas
tu cabello y sonríes amistosamente a un par de personas antes de armarse de
valor e ir a saludarlos.
Él te mira, como siempre,
con esa mueca de incomprensión y eso está bien. Prefieres que no te comprenda, que
se frustre y que te repita que te odia antes de verlo deprimido y roto.
Sonríes y le quitas cariñosamente un mechón de cabello que se interpone en su
visión antes de lentamente inclinarte y posar un suave y casto beso en su
mejilla. Ambos saben que dudaste y que deseabas, una vez más, besarlo. Por eso
te enderezas rápidamente y sonríes hacia la otra
dándole un efusivo ‘buenos días’.
— ¿No ves que estoy ocupado? –pregunta
él alzando su ceja izquierda. La que tiene perforada. Tu mente viaja con
rapidez al día en que lo acompañaste a hacerse ese pircing, porque era tú
capricho, no el suyo. Empujas
el dolor que te causaron sus palabras y no permites que tu sonrisa se tambalee
antes de colocar sus manos sobre sus caderas imitando la conocida pose de su
suegra. Ex suegra.
—Eres un
bastardo mal educado. –espetas con brusquedad antes de girarte y caminar con el
mentón alzado hacia donde te están esperando. Él no la detiene.
Nunca lo hace, pero eso no evita que duela. Subes las escaleras demostrando
calma cuando la única cosa que quieres hacer es girarte y refrescarle un par de
cosas. Por ejemplo, lo loco que se volvía un simple aliento sobre su cuello.
Ríes, aunque tu mente
está centrada en él y hablas amistosamente con las chicas aunque no tienes
idea de lo que dices. No te quejas cuando tus amigos te
abrazan porque nadie se da cuenta de lo mucho que te incomodan esas cosas y
tu sonrisa se mantiene en su eterno lugar pero lo único que quieres hacer es romper a llorar
y lanzarte una vez más a sus brazos.
No notas
las miradas expectantes y curiosas que te envían tus amigos hasta que alguien
toca tu hombro, te giras y te encuentras de frente con un guapo chico. En lo
primero que te fijas es su pircing, en
la ceja derecha, y luego en sus
seductores y carnosos labios. Piensas que son besables, demasiado para tu
salud mental, en especial cuando sonríe justo como ahora… con burla.
El extraño
chico dice algo a lo que respondes con un balbuceo sin sentido. No eres tímida,
pero ese chico tenía algo que le ponía nerviosa. Sorprendida, te das cuenta que
es la primera vez que te sucede, porque ni él
causó esa reacción en ti.
— ¿Me dejas
pasar? –preguntó el desconocido con clara diversión por su despiste, asientes,
aturdida y antes de poder moverse es empujada sin consideración. La única que suele hacer eso va colgada del
brazo de él. En otra
ocasión, eso te habría enfurecido o pensarías en lo patética que es, pero esta
vez te hizo chocar contra el ‘chico besable’ quien debe sostener para no
caerte. Él pasa por tu lado, dándote una mirada despectiva, y repentinamente
tienes ganas de romper a reír. De pura e hilarante felicidad.
Porque aunque
sus estúpidas escenas para sacarte celos funcionan, tú no lo demuestras. Él en cambio…
Él sigue fallando en esconder sus reacciones.
En silencio, ambos saben que ella fue la que ganó esta vez.
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