Smile

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…Entonces ella sonrió, causando que su cerebro se volviese papilla dejándole incapacitado para hablar, así que una vez más, lo único que hizo fue observarla desde lejos.
Ver esa sensual forma en que sus labios se alzaban o como sus ojos se arrugaban por la sincera alegría y se veían aun más pequeños de lo normal lograba siempre hacer que su corazón se desbocara latiendo peligrosamente rápido.
Y no, no todos sus pensamientos eran tan inocentes y dulces como los que actualmente afloraban de él.
A veces él desearía acercarse y besarle hasta borrar esa mirada de superioridad que ella solía darle a todos, hundir sus manos en esa estúpida coleta que se hacía para sostener su cabello lejos de su rostro y así poder desordenarlo, tocarla y hacerle perder el sentido, hacerla olvidar lo que les rodeaban.
Algún día, ella iba a ser suya. Iba a caminar a su lado, vivirían una apasionada historia de amor y le sonreiría solo a él… Se amarían de una forma que asombraría al mundo, no les importarían la diferencias de clases sociales y harían que todos envidiarán lo hermosos que se veían juntos.
Pero por ahora, él se limitaría a mirarla desde lejos. 

Prejuicios

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Dar por sentado las cosas no quiere decir que sean así. 

No caigamos en prejuicios, seamos más inteligentes que eso. 

Nostalgia

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Las risas sonaron estridentes y demasiado molestas para sus oídos, se encorvó e imitó el movimiento de las carcajadas del grupo, tras hacerlo se preguntó cuantas veces había repetido ese gesto de forma inconsciente y no se asombró por no ser capaz de contestarse.
<<Deja de fingir>>
Su espalda se tensó de golpe y borró la sonrisa estúpida que había estampado en su rostro, estaba segura que sus mejillas habían perdido color, que sus pupilas se dilataron y que sus manos temblaban de forma visible. En días como ese, odia aun más su recuerdo.
Una de tus amigas deja de reír, mirándote de forma interrogante y otra aun soltando risitas bajas te pregunta si estás bien. Vuelves a sonreír con tanta tensión que ellas te dan un apretón en las manos, pero el momento de incomodidad sale volando cuando el único hombre del grupo suelta otra graciosa broma y todas vuelven a estallar en contagiosas carcajadas. Todas exceptuando tú.
Inspiras profundamente e intentas unirte a ellos, intentas no apartarte y mirar con repugnancia al hombre que te dio la vida. A tu padre. Sueltas uno que otro comentario, solo cuando crees que te miran con preocupación, así evitas romper la armonía que habías construido con excesivo esfuerzo. No vas a arriesgarte a perder algo que creaste con años de silencioso sufrimiento en un simple día, por un recuerdo de un muerto.
<<No eres perfecta, así que deja de intentar demostrarlo>>
Debiste haberte quedado en silencio por más tiempo del que creías porque él te mira de forma burlesca y te pregunta si te habías perdido en el país de las maravillas, te dan ganas de decirle que en realidad estaba pensando en las formas de asesinarlo sin que sospechen que eres la culpable, pero te limitas a mantener la cara desprovista de expresión y te encoges de hombros. Tus dos amigas te miran con palpable lastima, mientras la tercera vuelve a hablar animadamente con tu padre sobre la música que escuchaban, por un segundo sentiste una punzada de celos por la rápida forma en que habían podido tener un tema mientras tú todavía luchabas por encontrar algo que los hiciera parecidos.
<<Si derramas una lágrima más por él, lo asesinaré y te regalaré su cabeza como trofeo>>
<<Prometo no volver hacerlo>>
¿De cuándo que no recordabas eso? Sonríes con nostalgia,  envuelves tus brazos alrededor de tus piernas para intentar darte un poco de calor y evitar el  fuerte viento, las bromas continúan con un coro de risas incluida la tuya. Y no puedes evitar sentirte culpable, otra promesa sin cumplir, otra vez pensando en alguien que se había marchado hace mucho tiempo de tu vida, repentinamente te vuelves el foco de la atención gracias a una graciosa comparación de tu rostro con un culo, amabilidad de tu encantador padre.
Las risas mueren al ver que esta vez no rompes a reír como las otras innumerables bromas hacia tu persona, sin embargo, no te molestas en sonreír para aliviar la tensión. Tus amigas giran los rostros, intentando no hacer contacto con tus gélidos ojos verdes y así no ver la horrible verdad tras tu fachada de perfección. Tu padre alza su ceja y coloca una sonrisa juguetona, demasiado infantil para un hombre de su edad, y con tus gemas esmeraldas te das cuenta que esa sonrisa era igual a la tuya. ¿O es que la copiaste de él? Te estremeces al pensarlo.
Oh, vamos, no te pongas exagerada o terminaras tan remilgada como tu madre.
Lo miras y muerdes tu lengua para no decirle que cualquier cosa sería mejor que parecerse a él, si no fuese porque tu celular comienza a sonar con una conocida melodía hubieses tirado por la borda todos tus intentos de perfección. Te disculpas con una sonrisa y corres a contestar, lo más lejos posible del grupo, tropiezas un par de veces y por suerte no caes  o volverías a ser el blanco de burlas. No es como si importase, pero eso terminaría por desquiciarte.
Apenas aceptas la llamada, del otro lado cuelgan, no puedes evitar sonreír con dulzura al ver que el número es de una de tus amigas. Giras un poco y ambas te guiñan disimuladamente el ojo antes de volver a la conversación. En silencio, guardas tu celular y bajas tu cabeza. ¿Merecías que ellas te trataran así? No lo creía.
Subes a una roca, escalando con facilidad, ¿es que tu patosidad también es una farsa? Ya no lo sabes, y repentinamente, no lo quieres saber. Metes la mano a tus bolsillos con la vista fija en el mar, y sonríes cuando chocas con una cajetilla de cigarros, prendes uno e inhalas profundamente cerrando los ojos ante la placentera sensación del humo penetrando tus pulmones, el cigarrillo se deslizó entre sus dedos y fue a parar en el agua cuando sentiste una presencia justo atrás tuyo.
Giras, colocando tus ojos en blanco al notar que no había nadie, pero tus ojos viajan de forma instintiva a la casa abandonada a la cual habías estado planeando meterte con las chicas y tiemblas al darte cuenta que en una de las ventanas había una silueta. Toses, de forma frenética, sin poder apartar la mirada de aquel lugar. ¿Era lo que creías que era? ¿O simplemente era una persona que se coló a…? Sí. Sin duda era lo segundo, porque por muy desesperada que te encontraras no sería a él a la persona a quien querría ver.
<<Si te vas ahora, jamás me volverás a ver>>
Tus ojos se inundan ante  esa frase. Tu mejor amigo, tu primer amor, ese chico que te enseñó a vivir probablemente nunca pensó en el peso de esa fatídica pelea. Ninguno imaginó que tras esa discusión él… moriría.
Ahora alguien había curado las heridas y las estaba cicatrizando con una rapidez bastante alarmante. Sonríes por primera vez en días, y giras a ver el mar con esa cálida sensación que se instalaba en tu pecho al pensar en tu nueva amiga, pero sus pensamientos fueron bruscamente rotos cuando alguien se dejó caer a tu lado.
No tienes que mirar para saber de quién se trata, pero con tu típico masoquismo, te giras y ves a tu hermano notando lo pequeño e infantil que parecía con sus mejillas rojas y con sus ojos llenos de ilusiones. ¿Te viste alguna vez así cerca de tu padre? No, nunca, y jamás lo harás.
¿Por qué te largaste?
Me llamó mi novio. –mientes sin siquiera pensarlo, solo soltando palabras por inercia.
¿ya tienes una  víctima nueva? Wow. Esta vez tardaste.
Sus palabras te duelen, y él lo sabe, sonríes con torpeza y clavas tus ojos en el mar, tu hermano suelta un suspiro y luego aclara su garganta. Está nervioso.
¿Le contarás a mamá que papá volvió a beber?
No necesitabas decirle nada a tu madre puesto que ella lo sabía, el único que todavía creía en las ‘rehabilitaciones’ de tu padre era el pequeño inocentón que estaba a tu lado, él te mira con atención intentando descifrarte y te obligas a negar.
No. No le diré que esta ebrio.
¿Lo prometes?
Promesa.
Él se marcha, satisfecho, sin ver las lágrimas que caen de tus ojos que se deslizan con infinita lentitud por tus mejillas, que rompen esa promesa que alguna vez hiciste. ¿Pero de que te sirve prometer? Jamás cumples. Tampoco lo harás con tu hermano, lo miras ignorando la bruma en tus ojos recordando el momento en que su comportamiento había cambiado.
<<Ojalá hubieses muerto tú>>
Ojalá lo hubiese hecho, hermano, ojalá. 

Mundo de fantasía.

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¡¿Así que soy fantasiosa e inmadura, eh?! 
No me vayas a culpar cuando cierto unicornio te atraviese con su cuerno y vomite arcoíris a tus pies, oh, y ni se  te ocurra reclamar cuando el hada madrina mal humorada te convierta en un sapo. Santa Claus te pondrá en la lista de niños malos. El conejito no te traerá huevitos de chocolate. ¡Y por Merlín, agradece que mi príncipe azul esté en una misión o habría tenido que acabar contigo para arreglar mi honor!

...But i can't

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P.D: Sin palabras, esta canción lo dice todo. <3

Inservible orgullo

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Lo extrañas. Extrañas sentir sus labios contra los tuyos, sus malvadas sonrisas y sus despistados e hirientes comentarios. Extrañas los raros gestos que hacía al leerte un libro, extrañas la forma juguetona en que sus ojos se iluminaban al decir un simple ‘te amo’, extrañas como te susurraba cosas pervertidas al oído antes de quedarse dormido, extrañas sus celos. Extrañas sus graciosos escándalos.
Extrañas las peleas.
Extrañas las reconciliaciones.
Extrañas los estúpidos sobrenombres que te colocaba.
Lo extrañas tanto que has perdido la cuenta de la cantidad de veces que has luchado contra tu corazón que te pide a gritos mandar al tacho de la basura tus ideales y orgullo para correr a sus brazos y pedirle, rogarle si es necesario, que te perdone. Porque el corazón quiere hacer que tu cabeza acepte que ÉL tiene razón y que incluso estás dispuesta a acceder a su petición.
Vivir a su lado por el resto de tus días ya no suena tan aterrador como al principio. Así que sí. Extrañas que cada día él te despertara con un abrasador beso y con un ‘¿Te casas conmigo?’ y extrañas sonreír y decirle que debería ir con un psiquiatra para revisar su salud mental.
Extrañas sus estúpidos monólogos.
Extrañas lo bien que te hacía sentir.
Lo extrañas… pero tu orgullo está en medio, así que hasta que él no vuelva a acercarse no harás algún movimiento.
Él espera que pidas disculpas por el error que cometiste, no volverá a tu lado hasta que lo hagas.

Amiga.

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La miras y sonríes con nostalgia al recordar las locuras que cometieron juntas, tu pecho se aprieta al rememorar esas largas conversaciones, las risas, las peleas, los interminables y diversos debates. Ella se ve feliz. Y no puedes sentir más que felicidad por ella, sin embargo, el dolor en tu corazón continuó presente.
Era tu amiga, y la dejaste ir.
Te necesitaba, y tú le diste la espalda.
Te regañó por tu conducta, y tú hiciste oídos sordos.
Y a pesar de pedir disculpas y que ella las aceptara con una sonrisa y sus brazos abiertos, ambas saben que ya nada volverá a ser como antes. Y no lo fue.
Perdiste una amistad que a pesar de no ser tan larga como otra caló tu corazón como ninguna.

Visión alternativa de la realidad

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El sol se alzaba de forma perezosa frente a ellos, las aves comenzaban a canturrear y el mar azotaba con más fuerza que antes, la brisa salina chocaba contra la pareja de forma casi imperceptible. Cualquier persona que los viera, hubiese pensado que la escena era romántica y tierna. Estaba lejos de ser así.
De haber sido algo romántico, ella se habría girado a verlo y le hubiese sonreído con sus ojos rebosantes de amor, él le hubiese devuelto aquella sonrisa. En cambio, ella se giró y le suplicó que lo soltara, él rió y luego negó, tensando su agarre, causándole daño. Luego, ella habría permitido que él apartara el mechón de cabello que se interponía en su visión, él habría comentado lo suave que era. Ella soltó un grito ahogado, retrocediendo con torpeza, temblando aterrada por la mano alzada y por la brusca amenaza que había salido de los labios del chico. Ella hubiese suspirado, satisfecha ante tal halago, después hubiese mirado el mar con sus mejillas rojas y su respiración agitada por la felicidad y amor que sentía, y comentaría de forma descuidada lo hermoso que era el paisaje. Y él jamás hubiese apartado la vista de ella, susurrando que definitivamente era muy hermoso. En realidad, ella se giró, llorando, cerrando sus ojos y suplicando a Dios que le ayudara, sus sollozos habían estremecido su cuerpo, causando enojo en él, quien masculló una grosería antes de cubrir su boca, ahogando cualquier sonido.
De ser una escena romántica, él la habría besado antes de que el sol naciera por completo, ella lo habría permitido, con suspiros de la más pura felicidad que causaba esa enorme mezcla de sentimientos que causa estar enamorada. La verdad es que antes de que el sol se levantara y mirara ese rincón del planeta, él la estrechó entre sus brazos, quitándole la respiración con un abrasivo beso, con sus manos en su cuello, con sus ojos llenos de anhelante felicidad al ver que la respiración de ella lentamente se iba volviendo difícil.
Él cree que la gente solo quiere ver lo que le conviene. Y nadie quería presenciar un asesinato. Es por eso que es mejor creer que aquello fue solo una romántica escena. Por eso nadie notó aquel momento y creyó que salía de lo cotidiano. Él la amaba, de verdad lo hacía, por esa razón no vio otra opción que sacarla de este mundo y dejarla en libertad.

Hola, querid@s, la verdad estoy un poquito decepcionada por la falta de seguidores, pero supongo que con el tiempo se vayan uniendo más personas.
Hace poquito escribí esto, y creí que era interesante subirlo.
Me encantaría recibir opiniones y/o sugerencias. 
Gracias de antemano. 

Ella

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~*~
Ella
~*~
Ves como la besa con sus ojos fijos en ti y por un instante después de limpiar el recuerdo de sus labios contra los tuyos  deseas plantarte frente a él y burlarte por intentar sacarte celos de esa forma tan infantil pero es cuando recuerdas que tú haces exactamente lo mismo. Cuando sus manos se deslizan bajo la falda de esa putaobre chica, inspiras profundamente y te levantas sonriendo con tranquilidad ignorando las miradas y cuchicheos que se expandieron ante ese insignificante movimiento y le indicas a tus amigos que irías al baño, ellos asienten medios aturdidos por tu repentina salida, pero no te molestas en dar explicaciones. Lo único que te mueve es la mirada de Él.
No odias a la chica ‘de turno’, de hecho sientes un poco bastante de lastima, y sabes que el sentimiento no es mutuo. La chica simplemente desea tu muerte. Empujas tu cabello y sonríes amistosamente a un par de personas antes de armarse de valor e ir a saludarlos.
Él te mira, como siempre, con esa mueca de incomprensión y eso está bien. Prefieres que no te comprenda, que se frustre y que te repita que te odia antes de verlo deprimido y roto. Sonríes y le quitas cariñosamente un mechón de cabello que se interpone en su visión antes de lentamente inclinarte y posar un suave y casto beso en su mejilla. Ambos saben que dudaste y que deseabas, una vez más, besarlo. Por eso te enderezas rápidamente y sonríes hacia la otra dándole un efusivo ‘buenos días’.
¿No ves que estoy ocupado? –pregunta él alzando su ceja izquierda. La que tiene perforada. Tu mente viaja con rapidez al día en que lo acompañaste a hacerse ese pircing, porque era tú capricho, no el suyo. Empujas el dolor que te causaron sus palabras y no permites que tu sonrisa se tambalee antes de colocar sus manos sobre sus caderas imitando la conocida pose de su suegra. Ex suegra.
Eres un bastardo mal educado. –espetas con brusquedad antes de girarte y caminar con el mentón alzado hacia donde te están esperando. Él no la detiene. Nunca lo hace, pero eso no evita que duela. Subes las escaleras demostrando calma cuando la única cosa que quieres hacer es girarte y refrescarle un par de cosas. Por ejemplo, lo loco que se volvía un simple aliento sobre su cuello.
Ríes, aunque tu mente está centrada en él y hablas amistosamente con las chicas aunque no tienes idea de lo que dices. No te quejas cuando tus amigos te abrazan porque nadie se da cuenta de lo mucho que te incomodan esas cosas y tu sonrisa se mantiene en su eterno lugar pero lo único que quieres hacer es romper a llorar y lanzarte una vez más a sus brazos.
No notas las miradas expectantes y curiosas que te envían tus amigos hasta que alguien toca tu hombro, te giras y te encuentras de frente con un guapo chico. En lo primero que te fijas es su pircing, en la ceja derecha,  y luego en sus seductores y carnosos labios. Piensas que son besables, demasiado para tu salud mental, en especial cuando sonríe justo como ahora… con burla.
El extraño chico dice algo a lo que respondes con un balbuceo sin sentido. No eres tímida, pero ese chico tenía algo que le ponía nerviosa. Sorprendida, te das cuenta que es la primera vez que te sucede, porque ni él causó esa reacción en ti.
¿Me dejas pasar? –preguntó el desconocido con clara diversión por su despiste, asientes, aturdida y antes de poder moverse es empujada sin consideración. La única que suele hacer eso va colgada del brazo de él. En otra ocasión, eso te habría enfurecido o pensarías en lo patética que es, pero esta vez te hizo chocar contra el ‘chico besable’ quien debe sostener para no caerte. Él pasa por tu lado, dándote una mirada despectiva, y repentinamente tienes ganas de romper a reír. De pura e hilarante felicidad.
Porque aunque sus estúpidas escenas para sacarte celos funcionan, tú no lo demuestras. Él en cambio… Él sigue fallando en esconder sus reacciones.
En silencio, ambos saben que ella fue la que ganó esta vez. 

Él

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~*~
Él
~*~
Ella explotó en sonoras carcajadas, llamando inmediatamente su atención y vio que se lanzaba a los brazos de otro y repentinamente sintió ganas de ir ahí y restregarle que él era el único que la hacía sentir de verdad, cerró sus puños y se concentró en la chica que estaba en su regazo, le envió una media sonrisa esa que le gustaba a ella y la besó profundamente, intentado sacarse de la cabeza los penetrantes ojos azules y el risueño rostro de ella, con su mente preguntando a gritos una vez más si algún día otra persona podría causar algo parecido a lo que ella te ha obligado a sentir. La besó intentando quitarse el recuerdo de la única mujer a quien podría amar. Siente odio revolver sus entrañas pero en el fondo sabe que no es más que celos. Y detesta que eso suceda.
Vuelve a escuchar su voz y sin poder evitarlo sonríe alzando su mirada hacia donde ella estaba para encontrarla en el suelo con dos de sus amigas encima y con ese… otrohaciéndole cosquillas. Pone sus ojos en blanco y se muerde la lengua para que su mente traicionera no exprese que ambos la pasaban mejor solos. Solos. Sin nadie que se interpusiera entre la extraña pasión que se desataba entre ambos. Ella jamás era capaz de negarse al calor que él le brindaba.
Su corazón se dispara lleno de incomodidad al darse cuenta que su novia le está mirando con frustración, sonríe sin mirarla directamente y se encoge ligeramente de hombros, aunque suene frío e insensible cuando comenzó a salir contigo sabía perfectamente que jamás serías capaz de amarla. Jamás le importó, así que no te tragarías ese escándalo ahora.
Suspira, profundamente cansado, y se levanta de golpe, haciendo una débil mueca de molestia al ver que la atención de nuevo estaba centrada en ti. ¿Qué acaso la gente no tenía nada más que hacer? Sube los escalones de dos en dos, ignorando el temblor ansioso de sus manos al sentirla tan cerca, sin embargo, pasa por su lado con frialdad, ignorando las miradas asqueadas y molestas de sus amigas y amigos. Esos que dicen apoyarla y que solo desean meterse en su cama. Arruga la nariz ante ese pensamiento pero entonces su estridente, pero asombrosamente agradable voz, interrumpe tus divagaciones.
¡Ey, hola! –exclama recostada sobre uno de ellos, sonriendo con su habitual felicidad, pero a ti no te engaña, sus ojos están ligeramente maquillados, algo que demostraba que había llorado. La miras fijamente, después de todo aun no te acostumbras a que ella te hable con tanta naturalidad, como si lo que hubiesen vivido no importara en nada. E importaba, maldita sea.
Hola –respondes con brusquedad antes de encuadrar tus hombros y seguir subiendo hacia tu salón.
¿Todo bien? –pregunta ella cogiendo tu mano y mirándote fijamente, tu deseas gritar y jalar tu cabello y decirle que no, que nada absolutamente nada estaba bien, pero tu orgullo puede más y te inclinas con una sonrisa ladeada.
¿Te importa?
Eres mi amigo. –responde ella con un deje de incomodidad, ríes amargamente y sostienes su mano, haciendo pequeños círculos con tu pulgar y por fin admites, obviamente solo para ti, que desde el principio querías ir ahí solo para tener un poco de su atención.
No. No lo soy –dices sin dejar de verla a los ojos, ella parpadea lentamente antes de retirar su mano con brusquedad y girarse, ignorándote. Ríes con claro sarcasmo y continúas con tu camino, satisfecho de poder al menos robar un par de sus pensamientos. Feliz por haber quitado un poco de su felicidad, para poder sentirte un poco mejor tú.
Y con eso, silenciosamente no por parte de ella porque es una escandalosa, ambos pueden seguir adelante con esa extraña relación que habían creado, haciendo oídos sordos a los cuestionamientos de las personas externas al mundo que habían creado solo para ellos.
Los enfrentamientos son cada vez más cercanos y peores. Últimamente duelen más. Y a pesar de lo mucho que se extrañan no darían su brazo a torcer.
Y por esta vez, tú ganas.